Siempre he deseado vivir lo suficiente para poder disfrutar todo lo maravilloso de la vida aunque sé que no puedo tener esa certeza… Creo que por eso muchos de nosotros nos aferramos a objetos que puedan trascender mas allá de nuestras vidas, cosas que significan alguna emoción.
Desde la antigua Grecia se cree que el anillo de bodas se coloca en el dedo anular izquierdo porque ahí tenemos una arteria que va directo a nuestro corazón, lo cual es una idea más romántica que cierta, ya que en realidad todas las arterias de nuestro cuerpo van al corazón. Sin embargo cuando nos casamos e intercambiamos estas argollas con la persona que ilumina nuestros días, el lío de las arterias resulta irrelevante. Pues estos objetos se convierten en dos círculos infinitos de amor y felicidad, cargados de luz, prosperidad e ilusión. Es una joya invaluable que significa el sentimiento más puro que jamás hemos sentido.
Las fotografías de los anillos de boda siempre han sido muy importantes para mí, porque sé que más allá de la celebración, este símbolo será el recordatorio constante de las promesas que dos enamorados intercambiaron con la fe de siempre tener fortaleza… en las buenas y en las malas.