Por primera vez me atrevo a escribir sobre febrero. Y es que, la conexión entre lo que se celebra este mes y lo que hago como profesión resulta bastante obvia y como fotógrafo de bodas siempre quise evitar ese cliché… Porque, después de lo fiestero y melancólico de diciembre, y lo adverso que a veces resulta enero, febrero es para mi la oportunidad de volver a respirar profundo y realmente comenzar el año disfrutando de la belleza de lo cotidiano. Esa belleza de seguir rodeado de la gente importante en tu vida sin las presiones de los regalos navideños o las pretensiones de las fiestas de fin de año... ¿Qué sería de nuestras relaciones sin la suma de todos los momentos del día a día? Yo también me hice esta pregunta y creo que la felicidad no se obtiene por eventos extraordinarios o especiales, sino que se conforma de varios actos de nuestra vida diaria en un mundo de cosas sencillas. Esa cotidianidad que tanto disfruto capturar en mis fotografías es, sin duda alguna, la razón de nuestra felicidad.